Usuarios del centro ocupacional de la Fundación Conde Fernán Armentález de Melgar de Fernamental ilustran las poesías de Asunción del Hierro en el libro 'Floresías'
Como la canción de Sinatra, el libro arranca con la poesía A mi manera, que no es buena ni mala sino propia y diferente a todas las demás, como la forma de interpretar y plasmar lo que escuchan y sienten los usuarios del centro ocupacional de la Fundación Conde Fernán Armentález. Antes del coronavirus que todo lo coloniza y que les ha hecho renunciar a sus talleres temporalmente, ellos también tenían sus días buenos y otros malos en los que lo pintaban todo negro. Lo mismo que si pensaban en algo caído del cielo dibujaban un platillo volante y si percibían tristeza a su alrededor llenaban la lámina de lágrimas hasta parecer que el papel estuviera ciertamente humedecido.
María Asunción del Hierro desarrolló durante un año en este centro de Melgar de Fernamental, localidad de la que fue concejala, un taller con estos usuarios. Ella les leía las poesías que había compuesto o que iba redactando sobre la marcha, en su mayoría dedicadas a víctimas de violencia machista, y los chicos pintaban lo que les inspiraban esos versos. Costó un poco pero acabó adaptándose a sus ritmos y estableciendo una conexión muy positiva. «Fue un taller muy bonito, teníamos mucha comunicación y nos abríamos muchísimo», explica la escritora de Floresías, el libro en el que se ha plasmado todo ese trabajo de una manera artesanal.
Editado en la propia imprenta de la Fundación, ha sido cosido por ellos y ya está prácticamente agotada la primera edición, por lo que tienen en marcha una segunda. Lo presentaron con motivo del Día Internacional de la Mujer, el pasado 6 de marzo en el centro cultural Santa Ana de Melgar, porque muchas de las integrantes del grupo eran mujeres y también la mayoría de las protagonistas de las poesías que escribe Asun.
Además de los dibujos a pie de página hay fotografías de naturaleza de la autora. Algunas se exponen en el mismo espacio de Melgar de Fernamental y están a la venta para recaudar fondos para la Asociación contra el Cáncer.
Tengo una parcela en el alma/que cuido todos los días, comienza el poema que leyó Dorita, una de las participantes en el taller. A Asun, por contra, no le gusta leer su propia poesía. Se emociona mucho y le invade la pena, como la que dibuja una de sus alumnas, en rostros con «ojos muy bonitos pero siempre llorando», recuerda. No obstante, aunque sus versos empiezan tristes siempre acaban «encontrando una solución». Como los chicos de su taller la luz. «El día que están bien te sorprende el colorido que le dan a los dibujos», explica.
Además de los dibujos a pie de página hay fotografías de naturaleza de la autora. Algunas se exponen en el mismo espacio de Melgar de Fernamental y están a la venta para recaudar fondos para la Asociación contra el Cáncer.
Tengo una parcela en el alma/que cuido todos los días, comienza el poema que leyó Dorita, una de las participantes en el taller. A Asun, por contra, no le gusta leer su propia poesía. Se emociona mucho y le invade la pena, como la que dibuja una de sus alumnas, en rostros con «ojos muy bonitos pero siempre llorando», recuerda. No obstante, aunque sus versos empiezan tristes siempre acaban «encontrando una solución». Como los chicos de su taller la luz. «El día que están bien te sorprende el colorido que le dan a los dibujos», explica.
Asun del Hierro tiene «algún cuento a medias», aunque trabaja en la edición de un libro infantil. Este año, imparte un taller de teatro y trabaja con ellos la expresión corporal, la movilidad y la lectura. Todo ello por vocación de ayudar y sin formación. «Yo no soy una persona que haya estudiado mucho ni se considere culta pero me gusta escribir, salir al campo, hacer fotos de flores... Con poco soy feliz», concluye.
Asun del Hierro tiene «algún cuento a medias», aunque trabaja en la edición de un libro infantil. Este año, imparte un taller de teatro y trabaja con ellos la expresión corporal, la movilidad y la lectura. Todo ello por vocación de ayudar y sin formación. «Yo no soy una persona que haya estudiado mucho ni se considere culta pero me gusta escribir, salir al campo, hacer fotos de flores... Con poco soy feliz», concluye.
Fuente de la noticia y fotografía: Diario de Burgos