En España los dos grandes proyectos de canales que se desarrollaron a partir de mediados del siglo XVIII son el Canal Imperial de Aragón y el Canal de Castilla.
Éste último toma forma como tal cuando en 1751 Fernando VI, a instancias del Marques de la Ensenada, crea una comisión para conocer la viabilidad de la navegación interior. Este ministro de Hacienda, Guerra, Marina e Indias había encargado en 1749 al marino Antonio de Ulloa un completo informe sobre los canales de navegación en Europa, a la vez que el reclutamiento de algunos expertos extranjeros. De esta manera llega a España el ingeniero francés Carlos Lemaur, quien tras recorrer la cuenca del Duero, concluye que el potencial de los ríos que la integran es suficiente para la navegación e incluso para el regadío.
Basándose en los estudios de Lemaur, Antonio de Ulloa elabora en 1753 el “Proyecto General de los Canales de Navegación y Riego para los reinos de Castilla y de León”, el cual contó con el beneplácito de Ensenada.
Este proyecto preveía la construcción de cuatro canales:
- Canal de Norte: tomando agua del río Camesa en Olea, cerca de Reinosa, seguiría por Villaescusa de las Torres hasta Melgar de Yuso, Calahorra de Ribas hasta alcanzar el río Carrión.
- Canal de Campos: Partiendo de Calahorra de Ribas, continuando por Grijota, Becerril de Campos, Paredes de Nava, Abarca y Castil de Vela hasta Medina de Rioseco.
- Canal del Sur: conectando con el Canal de Campos en El Serrón, próximo a Grijota en las cercanías de Palencia, alcanzaría el Pisuerga en Valladolid.
- Canal de Segovia: tomando como cabecera el río Eresma desembocaría en el Duero en Villanueva de Duero.
Aún cuando sólo fueron recogidos los arriba citados, Lemaur contempló un proyecto más ambicioso si cabe que, además de abrir vías para la exportación de excedentes regionales enlazaría núcleos urbanos con centros rurales: se pretendía prolongar el Canal de Campos hasta León y Zamora y el Canal de Segovia hasta El Espinar, donde enlazaría con el camino Carretero que a través del Guadarrama alcanzaba Madrid.
EL CANAL DEL NORTE
Juan de Miranda y Silvestre Abarca sustituyen a Ulloa y a Lemaur al frente de las obras. Abarca concibió un plan tan sumamente costoso y de tal envergadura que el sustituto de Ensenada, Conde de Valparaíso, se replantea la puesta en marcha del Canal del Norte, lo cual se resolvió cuando una comisión de ingenieros estipuló la necesidad de iniciar las obras cuanto antes. Así mismo se decidió que la cabecera en el estrecho de Nogales, a orillas del Pisuerga, donde surgiría la localidad de Alar del Rey. Como director de las obras, en sustitución de los arriba citados, se señalaron a Fernando de Ulloa, hermano de Antonio, que diseñó el trazado definitivo entre Alar y su confluencia con el Canal de Campos, en Calahorra de Ribas y a Francisco de Ibarrola.
Finalmente en 1759 comienza la construcción del Canal del Norte, avanzando los trabajos de forma lenta por problemas financieros que no pudo solventar ni el nuevo monarca Carlos III. No así los orográficos que fueron superados, entre los que destaca la presa de San Andrés en Herrera de Pisuerga y el acueducto de Abánades en Melgar de Fernamental, así como las esclusas de Frómista y Calahorra de Ribas.
A fin de rentabilizar el coste de las obras, y a instancias de Francisco Sabatini, se modificó el proyecto inicial a fin de instalar molinos, fábricas y batanes que aprovechasen la fuerza hidráulica.
En 1786 se jubila Fernando de Ulloa, siendo sustituido por Juan de Homar, consiguiendo enlazar en Agosto de 1791 el Canal del Norte con el de Campos, el cual tras 35 años de abandono precisó un año más para revitalizarlo.
EL CANAL DEL SUR
Descartada la prolongación desde Alar hacia Reinosa, se encargó a Juan de Homar iniciar la excavación del Canal del Sur en el Serrón. Comenzada la excavación con los endémicos problemas financieros, ésta se avivó en 1795 con inusual llegada de fondos, por lo que en 1800 se había llegada a las inmediaciones de Palencia. En 8.700 metros se construyeron 8 esclusas y un puente-acueducto para salvar el desagüe de la laguna de la Nava, proyectado por Juan de Homar y derrumbado en 1935. Tras varias detenciones y reactivaciones de las obras, al alcanzar Soto Albúrez las obras se detuvieron definitivamente.
Juan López de Peñalver sustituye a Juan de Homar en 1804, continuándose hasta 1808 obras de mantenimiento y reparación. En esta época tenemos ya navegables 121 Km., interrumpiéndose la navegación en este año a causa de la Guerra de Independencia, que también trajo como consecuencia saqueos y destrucciones en las instalaciones fabriles.
Hasta 1828, y bajo el reinado de Fernando VII, el deterioro de la infraestructura fue en aumento. Este monarca reconoció tanto la necesidad de continuar con la obra, como la incapacidad financiera de la Hacienda Pública para afrontarla. Para salvar este escollo crea la “Real Junta de Canales de Castilla”, con la encomienda de evaluar y gestionar la trasferencia del canal a la empresa privada.
En 1831 se concede la gestión del canal a la empresa representada por D. Alejandro Aguado, a cambio de la conclusión de las obras del canal y de la desecación de la Laguna de la Nava. En concreto se comprometió a llevar a cabo en siete años los siguientes tramos: en el Canal del Sur, el tramo que va de Soto Albúrez a Valladolid, en el de Campos, de Sahún el Real a Medina de Rioseco, y en el del Norte entre Alar del Rey y Bolmir, cerca de Reinosa. A la empresa adjudicataria se le otorgó, entre otras prerrogativas, 300.000 reales al año, la propiedad con carácter perpetuo de las tierras cultivables de la laguna de la Nava tras su desecación, la explotación exclusiva de la navegación, aprovechamiento industrial, regadío, y pesca, durante 80 años, además de poner a su disposición los ingenieros y técnicos necesarios, así como 2400 condenados a trabajos forzados.
Las obras de esta etapa comienzan en 1831, bajo la dirección del ingeniero Epifanio Esteban, terminándose en 1835 tras gran número de dificultades: desaparición de planos, mano de obra presa, problemas económicos, cólera (1834), así como la Guerra Carlista.
Terminado el Canal del Sur, siguieron las obras desde Paredes hasta Fuentes de Nava, pero las dificultades y problemas derivados de la Guerra Carlista paralizan las obras en 1836. Se abre un período de incertidumbre dado el incumplimiento del contrato tanto por el Gobierno como por el adjudicatario. Ante esta situación la Compañía intenta renegociar su contrato y en 1841 una comisión arbitral estipuló un nuevo contrato entre Estado y la compañía concesionaria, en el sentido de reducir la concesión a 70 años, la devolución de la laguna de la Nava a los Municipios poseedores de ella antes de 1831, así como las posibilidad de transformar en sociedad anónima la compañía.
En 1842 se retoman las obras salpicadas por los habituales problemas financieros hasta que en 1849 las aguas del Canal de Campos alcanzan Medina de Rioseco, dándose por concluida la obra que ha llegado hasta nosotros.
La Sociedad Anónima del Canal se constituyó formalmente en 1850, explotando la totalidad de los recursos del Canal hasta 1919, año en que revierte al Estado. En 1955 se cerró definitivamente a la navegación, reconvirtiéndose en canal de riego.
La explotación de sus recursos