Amplios páramos dominan la comarca burgalesa que hoy visitamos, paisajes abiertos por los que la vista se pasea sin encontrar resistencia. Comparten espacio con tierras de cultivo dominadas por el cereal que todo lo vuelve amarillo y verde. Unos y otras visten esta zona situada en el occidente de Burgos, provincia regia llena de historia, de hombres y mujeres acostumbrados al frío. Un famoso camino, el de Santiago, rompe esa homogeneidad. Muchos pisaron su senda, muchos siguen haciéndolo todavía. Imprime carácter al campo, igual que lo hace la riqueza monumental de las conocidas como Cuatro Villas de Amaya: Castrojeriz, Sasamón, Villadiego y Melgar de Fernamental. Puedes ponerte en manos de un guía para que te ayuden a conocerlas (www.guiasturisticosburgos.com) o hacer el recorrido por tu cuenta. Hay mucho que ver, que aprender y escuchar.
Es precisamente la senda estrella para los peregrinos quien marca el desarrollo de la primera de estas localidades, Castrojeriz. El urbanismo jacobeo dibuja sus líneas, con un precioso castillo que impone su presencia sobre el conjunto. Antes de colarse dentro de sus límites vale la pena reconocer las ruinas del convento de San Antón (s. XV), gótico, levantado por la orden francesa de los Antonianos, aunque ahora se trate de un albergue para peregrinos.
Entramos en la población, segunda más importante del Camino Francés en la provincia. Aseguran los expertos que solo le hace sombra la capital de la provincia. Llamada antiguamente Castrum Sigerici, en sus calles se levantaron hasta siete hospitales para aquellos que transitaban hacia Santiago de Compostela, lo que da una idea del enorme flujo de visitantes. Cruza de este a oeste la calle Real, una de las más largas del trazado jacobeo, desde el barrio del Manzano o Almazán, anfitrión de la Colegiata de Nuestra Señora del Manzano, cuya fábrica original protogótica de comienzos del XIII y reformas del XV y XVIII funden colaboraciones. Dentro hay que fijarse en la imagen de Nuestra Señora del Manzano (s. XIII), iluminada por un rosetón gótico, a la que Alfonso X El Sabio dedicó cinco de sus famosas cantigas.
Los templos de Santo Domingo, sede del Centro de Interpretación Iacobeus, y de San Juan, con su torre con arranque románico y precioso claustro del XIV, hacen las delicias de los recién llegados que deberán pasar por la porticada plaza mayor, de formas alargadas. Hay mucho más que ver aún: convento de Santa Clara, ruinas del convento de San Francisco, Casa del Cordón, casona de los Gutiérrez Barahona, restos de muralla... Bonitos inmuebles cubren el lugar.
La siguiente parada aguarda en Sasamón, llamada Segisama por sus antiguos vecinos celtíberos. Principal enclave para los turmogos, también los romanos decidieron hacerla suya. Tanto atrajo a Augusto que establecería allí su campamento, desde donde comandar la guerra contra los cántabros. Liberada ya de todas estas civilizaciones, se convirtió en sede de un obispado altomedieval, aunque no le duró mucho.
Imprescindible es maravillarse ante la colegiata de Santa María la Real, enorme como pocas y de gran categoría artística. La portada del extremo meridional del crucero (s. XIII) se creó como una réplica de la del Sarmental, presente en la catedral de Burgos. Disfrutarás además las ruinas del convento de San Miguel, los restos de la muralla medieval con puerta fortificada y la cruz del humilladero tardogótico, monumental y tallado en piedra.
Nueva dirección hacia Villadiego. Habitada desde finales del siglo IX gracias al impulso del fundador de Burgos, el conde Diego Porcelos, recibió su fuero de Alfonso VII en 1134. Gracias a él atesoraron privilegios económicos que proyectarían al alza este rincón del mundo. Dinero llama a gentes ansiosas de poseerlo. En este lugar se instalaron judíos, creando una de las aljamas más importantes de la provincia. Con un admirable núcleo urbano de origen medieval, la muralla que ceñía su perímetro marcó su silueta almendrada.
Desde la plaza arranca una calle porticada hacia el Arco de la Cárcel. Tras la expulsión de los judíos se levantó el convento de Santa María de los Ángeles. La plaza mayor porticada acoge el monumento a uno de los hijos ilustres, Enrique Flórez, célebre historiador agustino. Dos iglesias equidistantes completan la visita, son San Lorenzo Mártir y Santa María.
Queda por conocer Melgar de Fernamental. Tocada por la fortuna a finales del siglo XV y en el XVIII, en esa primera época nace su iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, un templo renacentista que a mediados del XVI erigió Juan de Escarza. También renacentista es el ayuntamiento. En cambio, el arte románico domina la ermita de Nuestra Señora de Zorita. El segundo periodo de esplendor coincidiría con el reinado de Carlos III y la instalación de la real fábrica de curtidos a la inglesa.
Brillante es también la obra cumbre de la ingeniería hidráulica española del siglo XVIII que espera en la villa. Basta cruzar el Pisuerga para toparse con el Canal de Castilla, vía fluvial de comunicación y transporte que, gracias al fluir de sus aguas, acabó con el aislamiento de la meseta castellana y leonesa. El acueducto de Abánades, una impresionante obra de ingeniería, salva el río.
La parte cultural informativa la cubren cuatro Centros de Interpretación de diversa temática, pensados para niños y adultos. Los primeros disfrutarán sin medida en Fabulantis. Villadiego acoge este espacio que fomenta creatividad e imaginación. Crearán todo aquello que pase por su cabeza gracias a dibujos y juegos. Dentro podrán disfrazarse de superhéroes, leer cómics… Sasamón cuenta con Medievum dentro de la Colegiata de Santa María. De manera didáctica el visitante retrocede en el tiempo para conocer a los habitantes del lugar a lo largo de la historia.
El tercer espacio, situado en Castrojeriz, es Iacobeus, donde se develan enigmas del Camino de Santiago, secretos físicos y espirituales. El objetivo, desentrañar la razón por la que tantos peregrinos deciden emprender esta ruta. Por último, Pisórica transforma a los visitantes en pescadores en Melgar de Fernamental, pues muestra técnicas de pesca fluvial para aprender a convivir con él y respetarlo.
A pie o en bici
Disfrutar en bici de la naturaleza es posible de la mano de diversas rutas BTT. Atravesarás ríos, montes, campiñas y páramos gracias a sendas que unen los distintos pueblos. En las cuatro villas y en Amaya es posible alquilar bicicletas para hacerlo. Existen un total de 16 rutas que incluyen varias pistas familiares para hacer con los pequeños de la casa. Quienes prefieran caminar cuentan con diversas rutas señalizadas. Conocido es el GR-89, que utiliza el camino de sirga del Canal de Castilla para conocer esta obra de ingeniería, al que se unen 15 senderos de pequeño recorrido.
Fuente de la noticia y fotografía: El Correo